jueves, 9 de abril de 2009

Mi Vida en Acordes [Parte Dos] ¿Última? No lo sé..

¿palpitaciones?, ¿orgasmos? podría ser, pero ahora...estoy frente a frente con el escenario, unos robots acaban de hacer aparición y yo sólo entiendo que el Kraftrock no sería lo mismo sin sonidos de esos. Cabezas azules, manos moradas; ¿o era al revés? Creo que eso no importa cuando eso es tan maniático que los colores pueden ser a la viceversa y aún así no entender si esos individuos en tercera dimensión con rayas dignas de una creación logística totalmente verdes, siguen ahí o sólo me quedé perdida en algún instante.
¡Se han ido! ¿Qué diablos le pasa a esos pseudo-robots? Primero me incitan a ser uno de ellos, ya sea aquí o en plena Tour Eiffel y se largan, “¡Pff!” Es la expresión digna de una aLinna extasiada que se ha quedado con ganas de más… “Music Non Stop”.
Bueno, no importa, mi plato fuerte está por comenzar, pero veo que mis amigos no están tan cerca como en un principio, a cada beat un centímetro más lejos, tomando en cuenta que cada canción duró aproximadamente cinco minutos y cada canción tendrá unos.. ¡Si, qué están lejos! Bueno, no sé, las matemáticas son muy abstractas como para pensar en ellas mientras.. ¡Qué rayos! Es Tom Yorke haciendo su aparición, esto es genial, si yo no estuviera exaltada eso no importaría, porque entre miles de personas una no importa, ellas gritan y gritan provocando una reacción en mí… una musical.
Una, dos, tres canciones y las luces van cambiando, veo como las burbujitas en las lámparas recorren cada uno de los tubos para subir y bajar, veo a Tom Yorke de frente pero también en la pantalla veo su cabeza, es genial, lo tengo bien ubicado por todos lados y el no lo sabe, “It’s a Diabolic Scheme”
¡¡What a Fuck!! Qué luces tan ácidas, me he quedado como una perfecta idioteque entre la muchedumbre, mi cerebro sólo refleja las luces a mi corazón, mi corazón lleva las imágenes a cada parte de mi cuerpo como si se tratara de que cada beat tuviera una razón meramente musical de existir en mi cuerpo, no entiendo como lo logra mi corazón, sólo sé que lo hace.
Rojo es el escenario, pero mis ojos ya no saben en qué color se quedaron, parpadeo y es amarillo, lo hago de nuevo y es rosa, los cierro y veo azul, lo único que no cambia es la cima del éxtasis, mis pies al ritmo y mi cabello jugando a que el aire no se detenga.
Fue tan rápido y todo termina, salgo y compro la típica estampita de Radiohead, una para mi carpeta, otra para lo que se ofrezca y una tercera para Carock, la pequeña hermana Marmolejo que se quedó sin ver el concierto, una estampa no le dirá cómo estuvo pero si le dirá que nos acordamos de ella.
Camino, camino, camino, no tengo crédito en el celular, mis amigos se quedarán en una casa cerca, no tengo idea de cómo regresar a mi casa, mi mamá no me llama y sólo veo una procesión que pretende regresar a sus hogares, aunque si no lo hacen a muchos no les importaría, han visto a Radiohead y nada les podría arruinar la noche.
El trayecto a casa no es emocionante, es lo mismo de cada concierto, microbuseros astutos han ideado rutas originales pero sumamente costosas para los recién egresados de la Academia Yorke; así que entre “micros” y taxis he llegado a mi casa, cosa que no resulta emocionante, lo emocionante es el momento en el que cierro los ojos, “¡there there!” está sonando… los colores ácidos de los cuales me he hecho fan han aparecido tras mis párpados… de miedo; no sé como catalogar eso, así que las palabras de Moni resultan perfectas: “sufres de resaca de concierto” yo diría que es un concepto entre colorimetría musical psicótica y sonidología paranoica exitante.
No hay más… es esa sensación post-orgásmica que te deja un buen… ¿sabor de oídos? Al diablo con lo que sea, sólo es una teoría musical, no sé aún si es aplicable solo a las aLinnas, pero que resulta adictiva y claro que si por mi es, no dudo en repetirla, al fin y al cabo sólo es una adicción más.
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aNónima Duarte.

miércoles, 8 de abril de 2009

Su noche, las noches [Parte Dos]

Son palpitaciones frenéticas las que la han orillado a su cama, pareciera que su corazón no puede con tanto y busca salir de la rutina, ahora es un corazón arrítmico, harto de ese golpeteo de siempre se ha convertido en un corazón que trata de encontrar nuevos estilos de palpitaciones, ahora es un corazoncito jazzero.
La chica de los lentes de pasta, se ha recostado y ha buscado obtener en el techo una respuesta a sus sensaciones, cosa que no pasa por más que lo mira y lo analiza. La respuesta que desea obtener no está ahí, la respuesta está en un alguien de lentes de pasta que no es ella, es el chico.
Ahora sueña sin querer, duerme por necesidad y no por gusto, qué mas desearía ella que estar bajo los brazos de aquel que le ha robado la paciencia, estar besando a aquel que juega con la lengua mientras ella inmóvil con los ojos cerrados solía sentir espasmos; aquel que ha sabido jugar con las manos cual DJ en pleno set. Solo duerme, desea soñar o solo desea… sí, desea.
Al fin ella ha despertado y caminando entre el calor de primavera, ha de amarrar su agujeta, grave error para sus sentimientos, pues aquel hombrecito la está mirando a lo lejos, y ella, ella solo siente la mirada; cosa extraña entre una multitud, pues justo a donde ella voltea y fija la mirada, lo ha de ver, las miradas convergen y ella no puede escapar, como sus pies no pueden huir por más que ella desearía hacerlo, cobardía o no, pretendía alejarse.
No es necesario contar como ella siente por dentro, pues cualquier humano lo ha sentido al ver el recuerdo en persona a unos pasos de distancia y solo aparentar que nada ocurre, pero al momento de acercarse, es todo lo contrario: todo ocurre, todo se siente y todo es.
Un abrazo es detonador de sensaciones, un beso en la mejilla es dinamita y una mirada en los ojos, es la explosión que sigue a las palabras sinceras, teniendo como reacción no un derrumbe material, pero si un torbellino sentimental que se resuelve… con un beso.
No fueron las palabras, lo fue todo y a la vez nada. Confusión extremista y radical que como reacción perfecta dio solo la verdad: se quieren y tienen miedo. Miedo a estar lejos del otro o miedo solo a lo que pueda pasar, miedo a que el tiempo que no sabían uno del otro los separara o los incitara al olvido; pero pasó que sólo reforzó aquello que sentían, añoraron más los besos y caricias, incluso aquellos ruidos que excitaban a ambos; sólo eso pasó.
Sinceramente esta historia podría clasificarse entre los rubros de patética y simplista, entre excitante y realista; entre yo la leo y tú te aburres.; o tan solo puede ser la historia de muchos, que encontraban en las sensaciones un nuevo estilo de vida, que encontraban en la vida una manera de éxtasis, los que entendían al éxtasis como la sensación perfecta; y que después de todo, solo regresaron al punto de partida sin darse cuenta, el punto es como reiniciar el ciclo del cual, al parecer no pueden escapar.
Añorar u olvidar, es el gran reto de muchas personas, que a pesar de querer olvidar, solo añoran estar con el otro, razón o locura, cordura o delirio; pero heme ahi, esperando que me llame, no era la chica, sólo era yo, sentada junto al teléfono, esperando besarlo y el esperando que yo le llame porque ninguno de los dos sabemos claramente lo que queremos, solo sabemos que mucho tiempo estuvimos lejos, que mucho tiempo nos deseamos, que mucho tiempo esperabamos encontrarnos y sentirnos como cuando decíamos que eso era lindo; así es esto, patético.
Y de noches hay miles de historias, lo importante es saber que en un principio se duerme sola, después, no lo sé.

aNónima Duarte.
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